MIRA AL HORIZONTE

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miércoles, 19 de julio de 2017

CAPITULO 5: LA PUERTA CRUJIÓ



La puerta crujió con cierta violencia, hasta Ñito llegó su sonido de metal oxidado y chirriante. También le llegó otro sonido, muy reconocible; un tintineo ligero que pretendía ser agradable y que solo era inquietante. Ñito salió raudo de sus ensoñaciones y miró con desgana a la puerta. Las plantas entonces se pusieron en guardia, o al menos, eso le pareció a Ñito.

¡Tengo que deshacerme de ese trasto! -pensó Ñito con desgana- ¡Para que necesito saber si entra alguien en la tienda, si lo tengo delante y lo veo venir desde la calle! -concluyó espantado por la propia hosquedad de sus pensamientos.

El móvil de plástico, situado sobre el quicio de la puerta y compuesto por una decena de figuritas muy feas e indefinibles, se zarandeó de nuevo sonando con insistencia. A la tercera o la cuarta vez, resultó insultante. Desde el exterior, una pequeña figura femenina se perfilaba empujando la puerta con poca maña y mucha menos fuerza; después de dudar, dio un fuerte empujón que acompañó de un gesto de fingido dolor, y al fin, logro entrar.

Margarita Peris, la madre de Ñito, había encogido con el paso de los años. En sus tiempos, sin ser alta, destacaba por su aspecto firme y por su desenvoltura. Siempre tuvo una mirada limpia y eso no había cambiado. Las miradas limpias permanecen durante toda la vida, no cambian nunca, son inasequibles al paso de los años. Margarita ahora era bajita y algo rolliza, tenía arrugas por toda la piel que le imprimían carácter, pero que la dejaban vacía de confianza. Al empujar la puerta todo su cuerpo titubeó, su voz también sonó entrecortada.

-Ay hijo, de verdad, tienes que arreglar esa puerta...tu madre ya no tiene fuerzas para empujar así.

La pequeña figura de Margarita entró sollozante en la tienda, lo hizo con el aliento perdido y taconeando con fuerza sobre las pegajosas baldosas del suelo. Por más que Ñito barriera, la superficie de la tienda siempre estaba cubierta por un sinfín de hojas verdosas y amarillentas, todas ellas resecas.

-¡Hola mamá! -dijo Ñito, convirtiendo su gesto en una rutinaria mueca de alegría 
-Que tal hijo...¿como va la mañana? -dijo ella, mirando a Ñito con su expresión mas plácida y bondadosa.


(De pronto, las plantas se relajaron con un súbito suspiro que solo Ñito pudo percibir...)

-Pues mira mamá -prosiguió Ñito sacando de su cerebro todo el arsenal de frases irónicas que tanto le gustaban-; tú eres la tercera visita de la mañana, y digo visita, que no clienta, porque clientes no ha venido nadie; vino el de la pescadería hace un rato;-¡muchacho...tienes aquí perejil!- pues no, lo siento, pero no tengo perejil, esto es una floristería y no una herboristería o algo así. Ahh, y luego entro un turista -¿Por favor...saber como ir Miguelote? querrá decir usted Miguelete, claro...Miguelete-. ¡No se si me entendió mamá, igual anda confuso y turbado dando vueltas alrededor del Hemisferic! ¡Venga hijo no seas así! -protestó ella- ya sabes que por la tarde es cuando mas gente viene y además tienes los encargos del señor Mario, ¿verdad?...¿como llevas los encargos, hijo?. Bien,bien...menos mal que la gentela palmacontinuamente -dijo Ñito relamiéndose en su ironía- tengo que preparar dos coronas de muertos para esta tarde, ya sabes la alegría que me dan las coronas de los muertos, mamá;Tu mujer y tus hijos no te olvidan...pues si, estaría bien que te olvidaran nada más palmarla, ¿no crees?. Mamá, si yo me muero no se te ocurra poner nada parecido en mi corona, ehh. Pon algo así comoel pobre vivió como pudo”. ¡Ay hijo...como eres! -se lamentó ella- tu madre siempre esta pendiente de ti y vengo a verte por eso, ya sabes lo mucho que me preocupas hijo...mucho -dijo ella, enfatizando como siempre, el volumen de su preocupación..

Mamá carraspeo -este es uno de los gestos automáticos de mamá- como si ejerciera así una defensa intuitiva ante las cosas que le rodeaban. Luego, se quedó en silencio. Yo la miré, pero enseguida aparté la vista de su rostro. El silencio, muy incomodo, tomó cuerpo. Era un silencio que se sentía en el aire, presencial, denso como una nube oscura, ruidoso como un trueno invisible, y tras él, esos ojos tristes de mamá, ojos que se curvan en forma de almendra convirtiéndose en pena. Una pausa, eterna. La fracción de un segundo, escasa. Apenas un frío instante y una pared en el aire que se extiende entre los dos. Un muro infranqueable. Y en ese momento, reducido pero eterno, puedo ver infinidad de imágenes contrapuestas, imágenes que penetran en mi alma como si fueran cuchillos acusadores, imágenes como la de Matías; aquel señor del banco, el director de la sucursal, creo.. .Un hombre adusto y de mediana edad, figura recia, rotunda y una cara pequeña y redonda que más parecía una luna blanca con manchas grises adornada solo por unas discretas gafas de borrosos cristales. El señor Matias tenía la cabeza encogida, como si hubiera sido sometida a algún proceso de reducción cruel, que además estaba totalmente descompensada del resto de su cuerpo, ancho de abdomen y patizambo de piernas. (A Ñito le venía siempre a la cabeza la misma imagen cuando pensaba en el Sr Matias; una cerecita negra con gafas caídas en medio de un rollizo pastel). El señor Matias, orgulloso y seguro de si mismo, parsimonioso y feliz; frunció el ceño, movió la nariz, se ajusto las gafas, se atuso el pelo, y dijo:

-¡30.000 euros para el traspaso de una floristería!.¿Esta usted segura señora Peris?.-y volvió a ajustarse las gafas arrugando el entrecejo y entornando sus diminutos ojos negros, como de ardilla traviesa...

-¡Habrá que aportar la casa como garantía..eso lo tiene usted claro, verdad señora Peris!.-prosiguió el señor Matias a la par que miraba a mamá con expresión de asombro, y de reojo, preparaba el expediente del préstamo; media sonrisa algo arqueada, entre sagaz y complaciente y mirada furtiva, casi acusadora... Y al rellenar tristemente los campos del ordenador, otra mirada; frunce el entrecejo, abre levemente la boca mostrando sus labios carnosos y húmedos, entorna los ojos metidos como botones en su cara, oscuros, fríos y de un brillo desapacible; y en cada una de las miradas, más acusaciones, más culpa. El señor Matias continuó tecleando cada uno de los datos, tecla a tecla, mirada a mirada, latigazos de culpa uno tras otro..

-¡Usted sabrá lo que hace con su dinero señora Peris!- repitió alzando la voz mientras se ajustaba las gafas con la puntita de su dedo corazón.

-¡Si!, dijo mamá..¡Se lo que hago!- y todos callamos..

-¡Bien, pues no hay más que hablar!- añadió él, con expresión y mirada surgida directamente del "enter" del ordenador

(¡Tac,tac,tac,concedido!)

-Ya lo tenéis, ¡arreglado!.Préstamo con garantía hipotecaria, 30.000 eur al 8´5%. Titulares; Margarita Peris Guillot y su hijo, Alvaro Domenech Peris -conocido también como Ñito.

(Dios sabrá por qué).

Para Ñito, préstamo hipotecario con garantía de culpa.



-¡Bueno hijo... ya me voy! -dijo Margarita sacando a Ñito de sus turbios pensamientos-; te dejo un trozo de torta de manzana -añadió- al tiempo que dejaba sobre el mostrador un gran triangulo esponjoso envuelto en papel de aluminio- almuerza anda, que esta muy buena y tienes que comer.


Margarita Peris se fue, sus tacones sonaron a torta de manzana, a préstamo con garantía hipotecaria y aAy..hijo, Ay”. Ñito la vio alejarse a través del cristal del escaparate y sin más, volvió a lo suyo; a sus pensamientos, a su pequeña libreta de anillos de gusano...y a sus plantas.






Continuara..

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