No hay obstáculo que no se pueda superar, eso dicen, es tiempo de acudir obsesivamente a los mantras mas optimistas, la vida volverá a dar un vuelco positivo, seguro..volverá a sonreir la suerte.
Casi tres meses en el dique seco, luchado contra el tiempo, las incertidumbres y sobre todo el persistente dolor que no quería abandonar mi pie.Tres meses de interminable peregrinar en busca de la ansiada solución ,cruel y misteriosa, se escondía en algún recoveco de mi lesionado pie.
Todo comenzo en la carrera de Pedralba, la neblinosa mañana del 16 de enero de este año,aquel día participe en mi última carrera hasta la fecha.Fueron 10 km preciosos de un recorrido variado sembrado de pequeñas cuestas mas estimulantes que agotadoras , partimos del pueblo y la carrera transcurrió alegre, luminosa y nada monótona oscilando desde las estribaciones mas agrestes del río Turia hasta los tupidos campos de naranjos de la sierra.
Acabe cansado, con sensación de baja forma y una leve y casi imperceptible molestia en la planta del pie izquierdo.En principio no le di demasiada importancia, otras veces he notado pequeñas molestias después de las carreras que luego se han esfumado poco a poco con la recuperación y el descanso.Pero esta vez, era diferente, algo iba mal.
Mi preocupación creció en intensidad el día que tras una corta sesión de elíptica apenas pude andar.El dolor, tímido y sutil al principio era ahora sordo y evidente.No se trataba de una pequeña molestia, era algo más.
Haciendo un ejercicio de prudencia y responsabilidad paré de correr con la esperanza de que en poco tiempo, apenas unos días, los dolores remitieran y ni mi planificación ni mi estado de forma se resintieran demasiado.Durante esos días acudí a nadar con regularidad, unas tres veces por semana durante dos semanas y por fin una tarde de domingo salí a correr.Planifiqué un entrenamiento suave de unos 5 km y a partir del tercero el dolor comenzó a manifestarse incipiente y burlón en la planta de mi pie.
Lo peor de una lesión es "no saber que hacer con ella", no saber como encararla y finalmente ir dando bandazos probando distintas alternativas que a modo de juego de azar te aporten la solución en un afortunado golpe de suerte.
Después de tres semanas de flirtear con el autotratamiento,de perderme por miles de páginas de internet repletas de angustiosas predicciones y de largas y aburridas sesiones de natación, por fin acudí a una clínica de fisioterapia y ahí comenzo mi hermoso idilio con la pelotita de tenis.Un fuerte masaje en la planta del pie, no separarme de la dichosa pelotita y continuar con mi estoico chapoteo en la piscina, esa fue la planificación planteada por la fisio que me atendió.
Verme encauzando en un camino marcado bajo el auspicio de una profesional expoleo mi entristecido estado de animo y así estuve otras 2 semanas, nadando, peloteando en casa con mi pelotilla rosa y masajendome cariñosamente con mis propias manos y con la ayuda de una bolsa de hielo..según los consejos de la fisio, a partir de marzo ya debería trotar con mucha prudencia o acudir al menos al gimnasio para recuperar la forma batallando con la elíptica o con la bici estática.
Durante estos días las molestias remitieron y creí ver por fin la ansiada salida del túnel pero tras dos semanas de elípticas combinadas con bici y nado..pero sin atreverme a trotar, volvió el dolor, difuso e intermitente durante el día pero muy acentuado al levantarme de la cama y de nuevo la sensación de estar perdido en un enorme y confuso laberinto con miles de esquinas de desconocido destino.Hay que volver atrás y situarse de nuevo en la linea de salida y ya estamos a principios de abril
Correr es luchar contra miles de adversidades, superarlas y seguir adelante, no dejar nunca de sentirse corredor aunque las zapatilas permanezcan varadas bajo la silla de la habitación ante su propio asombro, sentirse corredor en las dificultades del día a día, en cada largo de piscina mientras observo como el brillo del sol crea extraños mosaicos moviles en el fondo y mirar mis piernas en cada tarde luminosa de abril para rescatar la esperanza desde lo mas hondo del corazón.
Y pensar..pensar en cada momento de impreciso dolor, que pronto correré, o tarde, no lo se, que volveré a correr, no ponerlo en duda nunca y cuando vuelva mis piernas serán lentas y débiles pero tarde a tarde, trote a trote..volverán a correr mas rápido, mas fuertes y mas tiempo y mas bien pronto, o tarde, no lo se..correré una carrera y cruzaré la linea de meta y el tiempo será discreto, seguro, pero la meta será la misma de siempre, sera mi meta, mi propio triunfo ante la adversidad.
Y mientras escribo estas últimas lineas miró mi pie, el izquierdo, mi dichoso pie izquierdo, dejo el teclado y lo acuno entre mis manos, con cariño, desnudo y tan blanco resulta vulnerable , le aplico un poco de hielo, después le doy un leve masaje y finalmente le pongo un poco de crema antiinflamatoria, cuidados, mimos, paciencia..
Vuelvo al teclado y al fondo de la habitación observo las zapatillas, en su interior unas aparatosas plantillas de color crema acompañan a la tela, a los cordones, a la suela y a...la esperanza, junto a ellas el pie se siente mejor, por fin..las miro durante cinco minutos largos, las dudas se mezclan con el deseo y siento el optimismo creciendo en mi interior, sonrío y voy hacia ellas..
Cierro el ordenador y...
¡listo!
¡Adios!