MIRA AL HORIZONTE

ESTE, ES UN BLOG DE SUEÑOS Y DE ALEGRIAS, DE CARRERAS, DE RUTAS Y DE ILUSIONES, TAMBIEN DE NOSTALGIAS, DE NUBES QUE AVANZAN RAUDAS JUNTO AL MAR, DE SOLES QUE CUBREN CIELOS ENCAPOTADOS, DE RISAS Y DE MISTERIOS, DE VIEJAS HISTORIAS DEL PASADO, DE ILUSIONES PERDIDAS Y DE OTRAS ENCONTRADAS, DE ENCRUCIJADAS JUNTO AL VIENTO EN LA FRONTERA MISMA DE LA VIDA...ESTE ES UN BLOG PARA EL QUE QUIERA CORRER, LEER, ESCUCHAR E IMAGINAR.

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viernes, 30 de noviembre de 2012

PAS RAS AL PUERTO DE VALENCIA: OLAS TOCADAS DE ESPUMA



Hola!

Valencia, día 28 de octubre de 2012. Domingo, 9.00h
10,22 kilómetros en 50'15" a 4:55 por km.


Días atrás, correr junto a mar hubiera resultado una azarosa aventura. Hoy, las olas con forma de montículo móvil apuntan a la playa y se deslizan sobre ella para darle una caricia. Puedo verlas desde mi ruta de curvas, casi con el rabillo del ojo. Los días de temporal dejaron junto a la costa una resaca de colores nuevos, llenos de luz. Correr entre los brillos del otoño amplifica el valor de nuestro esfuerzo, y lo hace mas bonito, mas pleno.

Hay días, como hoy, en los que solo apetece correr; avanzar rápido, desplazarse, tocar con los codos de los demás corredores, formar un pequeño pelotón y dar un tirón..quedarse atrás y recular, recuperar y adelantar. Girar, hacer un escorzo y encontrarse con el palpito fugaz del asfalto y con ese roce de golpeteo febril en las zapatillas. Y en los pies, ese algo que atraviesa la piel y realza el empuje de nuestras zancadas, el "zoom" de los sueños, la fuerza interior. Hay días en los que solo apetece correr para reencontrarse con todo esto, y con uno mismo. Días como hoy, junto al mar rizado con sus olas tocadas de espuma.

De lejos se escucha el metálico sonido de los altavoces con sus altibajos característicos de música estridente. Como una banda sonora de escasas revoluciones, por debajo susurra la brisa tranquila del mar. Dos enormes banderas blanden su danza junto al viento, el frío limpio de la costa seca el sudor tempranero de aquellos corredores que calientan envueltos en mallas, bragas y el vaho humeante que emerge de entre las risas, las conversaciones y los nervios.

El Pas Ras del Puerto de Valencia siempre saluda al otoño, y si sale el sol, como hoy, el viejo Mediterráneo también corre para estirar sus músculos y entrar en calor. La noches para el mar ya resultan algo frías, aunque se cobije bajo el manto cálido de su blanca luna otoñal.

Primeros metros; entumecimiento, desafío y añoranza. El cuerpo responde con calma, perezoso, amable con el esfuerzo, voluntarioso y algo torpe. Trato de acelerar, respiro, el aire desatasca mis circuitos, el olor a salitre estimula mis sentidos y dispara mi optimismo. Remembranzas de carreras pasadas, ya soy un corredor veterano, correr es un hogar para los recuerdos, acudir a ellos es como sentarse frente a una chimenea y dejar que la mirada se pierda y salte en el interior de las brasas palpitantes. Allí, en los sueños y en los recuerdos, también se esconde el valor de la eterna juventud.

El mar y el espacio abierto hacen que las voces resuenen con eco, no hay lejanía solo distancia. Al fondo de la vista, las montañas parecen pintadas sobre un lienzo azul. Mi ritmo se hace mas estable, regular y certero. Atrapo todo lo que me rodea y eso me hace vibrar, conservo mi eficacia como corredor, soy lento pero fiable. Acelero, 6 km ya quedan por detrás, y solo 4 por delante. Levanto la vista, rápidos destellos se precipitan desde lo alto de una palmera, los miro y me deslumbran; otros, mas lentos, se hacen jirones aleteando como pájaros entre la gente, el asfalto y la distancia de la playa.

Me fijo en el mar, parece un espejo que se mueve, las olas bailan coronadas por  rizos blanquecinos de espuma. Algunas gaviotas braman, parecen protestar por el repentino jaleo de los corredores. Solo el cielo trata de imitar al mar, las nubes también bailan aunque de forma mas lenta. El mar, con su trasiego incesante, cobra ventaja. Los corredores, con nuestro ir y venir, escoltamos a las olas, que no dejan de susurrar.

El paseo junto a la playa se acaba, volvemos al puerto, es hora de terminar. Pero antes de la meta, cuando mis piernas ya crepitan transidas de dolor, a un lado detecto el punto mas perfecto del camino; el lugar donde los colores, los ecos, el ritmo y el futuro se transforman en zancadas que prenden del viento, suspiros de vida y alegría.

Cierro los ojos y cruzo la meta. Para el recuerdo, el tintineo del mar y el rumor de las olas en esta mañana perfecta de otoño, y tras la capa de sudor bañada de sal, el compromiso de seguir corriendo...por siempre.

                                                                 correr con las olas

                                                                         Pas Ras


Adios!




jueves, 1 de noviembre de 2012

OCTUBRE DE 2012: EL ARQUERO QUE MANEJA EL CIELO


Hola!

Hace poco, lo vi. Hay un arquero que maneja el cielo. No es fácil verlo, se camufla vestido de providencia o buscando excusas en el destino. Quién lo ve, y se alía con él, tal vez sea capaz de retocar las líneas mágicas de su vida. El papel en blanco no se escribe solo. Hay un arquero que maneja el cielo. Yo lo vi, os lo aseguro.


                              -Aeropuerto de Zaventem (Bruselas). Septiembre de 2012-

Sobre Bruselas cae lento un otoño similar al plomo plateado. El cielo, alto y sin fisuras, esta vestido todo de gris, de horizonte a horizonte se extiende una capa de nubes uniforme y muy amplia. "El ambiente es algo nostálgico, la nostalgia es como una cuna tranquila donde se duermen los recuerdos" -pienso- y mi mirada se pierde tras las nubes que desgranan pequeñas gotas de agua, tan ligeras que no llegan a tocar el suelo, se quedan flotando junto al frío y por fin, se esfuman. "Mas nostalgia" -pienso- "la nostalgia tiñe de claroscuros el cuadro más luminoso y feliz".

Fuera, en el exterior de avión, corretean caprichosas algunas ráfagas de viento, un operario vestido con un peto naranja maniobra con destreza cerca del aparato, agita los brazos haciendo indicaciones al carrito que transporta las maletas, lleva puestos unos enormes auriculares para protegerse del ruido, debajo de ellos su pelo se revuelve creando greñas irregulares que van de un lado a otro de su frente. Finalmente, hace un gesto muy rápido e indica que todo está listo. Se escucha un ruido de cierre y una vibración...¡nos vamos!.

Miro hacía arriba, suspiro, pronto estaremos volando; "estelas de color blanco fundidas en el cielo"; son mis pensamientos, golpean con suavidad las robustas paredes del fuselaje blanco del avión...

Sonrío y me relajo, trato de acomodarme en el asiento, cruzo las piernas y apoyo mi frente en el plástico que cubre la escotilla. Allí, dentro del avión y antes de despegar, siento como la vida vira a mi alrededor, es un pensamiento extraño, también certero, certero como las flechas del hábil arquero que maneja los hilos en el cielo. A un extremo de mi campo visual, en la pista de aterrizaje más próxima, un enorme jumbo toma tierra con tal suavidad que me hace pensar en un cisne dejándose caer sobre la superficie tranquila de un lago; el ave gigante se posa sobre la tierra, se desliza por el cemento, y al fin, se para. En el exterior, la lluvia aumenta y las ráfagas de viento se hacen más intensas. No será fácil despegar, cruzar el cielo será otra historia. Pienso en las flechas rápidas de la casualidad, tal vez el cielo nos depare hoy alguna sorpresa.

De pronto, nuestro avión da un empujón, se estremece y se desplaza un poco, una azafata muy sonriente escenifica con gracia y monotonía las medidas inexcusables de socorro y precaución. Al fondo se escucha el ruido sordo de los motores.Otras dos azafatas se cruzan en mitad del reducido pasillo, parece que no se ven, apenas se rozan, pero no dejan de sonreír.

La realidad se cruza con los recuerdos, también los aviones que "van" se cruzan con los que "vienen". Me detengo un instante en este pensamiento, sonrío y miro por la ventanilla; el agua cae ahora con más intensidad, el suelo brilla por la humedad, el operario de peto naranja ya no está, el cochecito de las maletas se aleja camino del hangar. Tal vez en ese nexo de unión entre la realidad y los recuerdos exista un punto común llamado "vida", quizás el azar intervenga en ese punto para fijar así nuestro camino y hacerlo más fácil...o más difícil. El avión aumenta su velocidad, el ruido de los motores se hace más agudo. Cruzar el cielo es lo más sencillo, lo difícil es elevarse hasta él...

Mi mano se acerca a la suya. Me da miedo el despegue, siempre ha sido así. Ambos sonreímos, sobre todo ella; "nexo de unión" -pienso- y el avión toma impulso para alzarse camino del cielo. Ella me aprieta la mano, yo le respondo con otro apretón y cierro los ojos; "chispazos de luz que vencen al miedo" -pienso- y en ese preciso instante el avión separa su pesada carrocería del suelo para dejar atrás nuestro paseo soñado por la tierra verde de Flandes; "lentas pinceladas atrapadas en el tapiz de algún pintor belga imaginario". Y al fin, después de golpear el fuselaje del avión, todos mis pensamientos regresan convertidos en cuadros repletos de vivos colores...

Tengo un nudo en el estomago, detrás de mis ojos cerrados se ajetrean rebeldes cientos de puntitos de luz, el avión traquetea, los motores rugen con fuerza, mi mano no se despega de la suya, la atrapa, casi la atenaza, la inclinación del avión aumenta,al fin, la velocidad es sustituida por una débil flotabilidad, el aparato gira y se endereza, entreabro los ojos, a través de la ventanilla atisbo una luz inmensa, deslumbrante...

No puedo dejar de mirar, mis ojos brillan, también los de ella; el horizonte traza una linea lejana y sinuosa que parece flotar en la inmensidad sujetada solo por algún tipo de fuerza invisible, las nubes, que ahora son un tupido colchón abombado, quedan bajo el avión envolviendo la tierra con su plomizo abrazo, a nuestro alrededor brilla un sol irreal, tan grande que adormece los sentidos, no duele mirarlo, su sola visión ralentiza levemente el tiempo...

A lo lejos veo algo, son destellos de luz que aletean alrededor de nuestro avión, unos se pierden en la distancia, otros están más cerca, surcan el cielo atravesando el azul como centellas con forma de flecha plateada dejando tras de si una estela blanca, muy brillante, que se deshace tan rápido que apenas da tiempo a verla. Son aviones, aviones que "van" y que "vienen", flechas lanzadas al viento, en todas direcciones, allí donde les quiera llevar el hábil arquero que maneja los hilos del cielo

                   

                                                 
                                               Septiembre de 2012: Ya en Valencia.


Ya os lo dije. Hace poco, lo vi. Un suspiro, un gesto furtivo en el espacio y ¡Zass, la flecha golpea en el centro de la diana!.

Cojo su mano, nos miramos, sonreímos, el avión aterriza en el futuro. Ella y él ya no están solos, ahora son uno más, ¡gracias al arquero que maneja el cielo!.

                                                                  ¡Yo te vi, arquero!


¡Adios!


pd; Ehhh, Pipo no deja de correr, pero quería contaros mi encuentro con el arquero. En la próxima entrada prometo el relato clásico de una carrera; Pas Ras al puesto de Valencia, de nuevo 10k a menos de 5´ el km. La máquina trotona no ceja en su empeño.