Hola!
Hace poco, lo vi. Hay un arquero que maneja el cielo. No es fácil verlo, se camufla vestido de providencia o buscando excusas en el destino. Quién lo ve, y se alía con él, tal vez sea capaz de retocar las líneas mágicas de su vida. El papel en blanco no se escribe solo. Hay un arquero que maneja el cielo. Yo lo vi, os lo aseguro.
-Aeropuerto de Zaventem (Bruselas). Septiembre de 2012-
Sobre Bruselas cae lento un otoño similar al plomo plateado. El cielo, alto y sin fisuras, esta vestido todo de gris, de horizonte a horizonte se extiende una capa de nubes uniforme y muy amplia. "El ambiente es algo nostálgico, la nostalgia es como una cuna tranquila donde se duermen los recuerdos" -pienso- y mi mirada se pierde tras las nubes que desgranan pequeñas gotas de agua, tan ligeras que no llegan a tocar el suelo, se quedan flotando junto al frío y por fin, se esfuman. "Mas nostalgia" -pienso- "la nostalgia tiñe de claroscuros el cuadro más luminoso y feliz".
Fuera, en el exterior de avión, corretean caprichosas algunas ráfagas de viento, un operario vestido con un peto naranja maniobra con destreza cerca del aparato, agita los brazos haciendo indicaciones al carrito que transporta las maletas, lleva puestos unos enormes auriculares para protegerse del ruido, debajo de ellos su pelo se revuelve creando greñas irregulares que van de un lado a otro de su frente. Finalmente, hace un gesto muy rápido e indica que todo está listo. Se escucha un ruido de cierre y una vibración...¡nos vamos!.
Miro hacía arriba, suspiro, pronto estaremos volando; "estelas de color blanco fundidas en el cielo"; son mis pensamientos, golpean con suavidad las robustas paredes del fuselaje blanco del avión...
Sonrío y me relajo, trato de acomodarme en el asiento, cruzo las piernas y apoyo mi frente en el plástico que cubre la escotilla. Allí, dentro del avión y antes de despegar, siento como la vida vira a mi alrededor, es un pensamiento extraño, también certero, certero como las flechas del hábil arquero que maneja los hilos en el cielo. A un extremo de mi campo visual, en la pista de aterrizaje más próxima, un enorme jumbo toma tierra con tal suavidad que me hace pensar en un cisne dejándose caer sobre la superficie tranquila de un lago; el ave gigante se posa sobre la tierra, se desliza por el cemento, y al fin, se para. En el exterior, la lluvia aumenta y las ráfagas de viento se hacen más intensas. No será fácil despegar, cruzar el cielo será otra historia. Pienso en las flechas rápidas de la casualidad, tal vez el cielo nos depare hoy alguna sorpresa.
De pronto, nuestro avión da un empujón, se estremece y se desplaza un poco, una azafata muy sonriente escenifica con gracia y monotonía las medidas inexcusables de socorro y precaución. Al fondo se escucha el ruido sordo de los motores.Otras dos azafatas se cruzan en mitad del reducido pasillo, parece que no se ven, apenas se rozan, pero no dejan de sonreír.
La realidad se cruza con los recuerdos, también los aviones que "van" se cruzan con los que "vienen". Me detengo un instante en este pensamiento, sonrío y miro por la ventanilla; el agua cae ahora con más intensidad, el suelo brilla por la humedad, el operario de peto naranja ya no está, el cochecito de las maletas se aleja camino del hangar. Tal vez en ese nexo de unión entre la realidad y los recuerdos exista un punto común llamado "vida", quizás el azar intervenga en ese punto para fijar así nuestro camino y hacerlo más fácil...o más difícil. El avión aumenta su velocidad, el ruido de los motores se hace más agudo. Cruzar el cielo es lo más sencillo, lo difícil es elevarse hasta él...
Mi mano se acerca a la suya. Me da miedo el despegue, siempre ha sido así. Ambos sonreímos, sobre todo ella; "nexo de unión" -pienso- y el avión toma impulso para alzarse camino del cielo. Ella me aprieta la mano, yo le respondo con otro apretón y cierro los ojos; "chispazos de luz que vencen al miedo" -pienso- y en ese preciso instante el avión separa su pesada carrocería del suelo para dejar atrás nuestro paseo soñado por la tierra verde de Flandes; "lentas pinceladas atrapadas en el tapiz de algún pintor belga imaginario". Y al fin, después de golpear el fuselaje del avión, todos mis pensamientos regresan convertidos en cuadros repletos de vivos colores...
Tengo un nudo en el estomago, detrás de mis ojos cerrados se ajetrean rebeldes cientos de puntitos de luz, el avión traquetea, los motores rugen con fuerza, mi mano no se despega de la suya, la atrapa, casi la atenaza, la inclinación del avión aumenta,al fin, la velocidad es sustituida por una débil flotabilidad, el aparato gira y se endereza, entreabro los ojos, a través de la ventanilla atisbo una luz inmensa, deslumbrante...
No puedo dejar de mirar, mis ojos brillan, también los de ella; el horizonte traza una linea lejana y sinuosa que parece flotar en la inmensidad sujetada solo por algún tipo de fuerza invisible, las nubes, que ahora son un tupido colchón abombado, quedan bajo el avión envolviendo la tierra con su plomizo abrazo, a nuestro alrededor brilla un sol irreal, tan grande que adormece los sentidos, no duele mirarlo, su sola visión ralentiza levemente el tiempo...
A lo lejos veo algo, son destellos de luz que aletean alrededor de nuestro avión, unos se pierden en la distancia, otros están más cerca, surcan el cielo atravesando el azul como centellas con forma de flecha plateada dejando tras de si una estela blanca, muy brillante, que se deshace tan rápido que apenas da tiempo a verla. Son aviones, aviones que "van" y que "vienen", flechas lanzadas al viento, en todas direcciones, allí donde les quiera llevar el hábil arquero que maneja los hilos del cielo
Septiembre de 2012: Ya en Valencia.
Ya os lo dije. Hace poco, lo vi. Un suspiro, un gesto furtivo en el espacio y ¡Zass, la flecha golpea en el centro de la diana!.
Cojo su mano, nos miramos, sonreímos, el avión aterriza en el futuro. Ella y él ya no están solos, ahora son uno más, ¡gracias al arquero que maneja el cielo!.
¡Adios!
pd; Ehhh, Pipo no deja de correr, pero quería contaros mi encuentro con el arquero. En la próxima entrada prometo el relato clásico de una carrera; Pas Ras al puesto de Valencia, de nuevo 10k a menos de 5´ el km. La máquina trotona no ceja en su empeño.
Qué bien escribes! y de máquina trotona nada, ya has subido a otro nivel!
ResponderEliminarGRACIAS CELINA; un besito
EliminarUna entrada en la que hablas de nuevo sobre mi tierra adoptiva, genial!
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, especialmente el final de la entrada.
Mañana por la mañana miraré a este cielo de Flandes y buscaré yo también a ese arquero del que aquí nos hablas.
Un abrazo,
Vero
¡Querida Vero!
EliminarMuchas gracias por este comentario y por todos los demás. Siempre tan atenta y tan buena conmigo.
Nuestro viaje a Flandes de septiembre fue muy especial, bien lo sabes tú, jamás lo olvidaremos. Flandes será por siempre un punto de referencia en nuestra vida, un paso fronterizo entre lo que dejamos atrás y ese futuro emocionante que nos espera ya dentro de poco. Allí, junto a las nubes brillantes de Bélgica, que se perfilaban y se descomponían rápido ante nosotros, yo vi al arquero, el guiño en el cielo que provocó el giro mas inesperado y hermoso de nuestra vida.
¡Besos!